Atrás han quedado el frío y la lluvia, una monotonía de días cortos y grises, de alegría olvidada. Brota el color en estas ramas cargadas de flores. Sin tiempo siquiera para desarrollar las hojas y surgen múltiples ramilletes directamente del tronco y de las ramas.
Se multiplican las visitas de diferentes insectos, abejas y abejorros principalmente, que van de flor en flor para recolectar el alimento que allí les espera. Con este ir y venir, en un revoloteo nervioso, de tan cortas estancias en cada flor, el polen es transportado. C'est toi pour moi, moi pour toi dans la vie canta Edith Piaf, como la bella sincronización de insectos y flores: ellos que consiguen los nutrientes necesarios para pasar el día, ellas que se reproducen para asegurar el futuro de la especie.
Una nube rosa que atrae a los insectos, pero esos otros que caminan bajo mí, pasan como cualquier otro día, sin levantar la cabeza, tan ajenos a mi existencia como siempre.
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