Van brotando las hojas ordenadamente en las ramas, desde el extremo hasta el tronco. De un mismo punto nacen varias hojas que al crecer tienden a caer un poco.
A veces, un largo tramo de las ramas permanece desnudo y las hojas que revolotean en los extremos forman graciosos penachos. El árbol presenta el aspecto desgarbado y alegre de un adolescente, de quien no está terminado de hacer, pero le sobran fuerzas para ello. Y con prisa se ha cubierto de hojas porque cada día que llega es distinto y nuevo, como sus sueños.
Son seres vivos y también deben tener su adolescencia. Pero la vejez de los árboles debe ser impresionante. Seguirán dando su sombra y serán la cuna de muchas aves para finalmente morir de pie. Los hombres deberíamos aprender de los árboles a morir de pie, dando lo mejor nuestro hasta el final de nuestros días.
ResponderEliminarAlejandro Casona escribió una magnifica obra de Teatro titulada “Los árboles mueren de pie”, obra del todo recomendable.