Hace dos meses apenas, las ramas y el tronco inertes, como una vieja estatua olvidada, no parecían guardar muchos átomos de vida.
Pero con el retorno, otra vez, de más horas de luz, el tiempo queda ajetreado, confuso y en ese discurrir distraido en el que se cae, nadie ve que se está cargando de flores, cerradas aún, rosadas.
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