10 de abril: Son sólo nubes


Son nubes de algodón sucio, de ese algodón que tras caer de los camiones se va amontonando junto al arcén, algodón que van recogiendo los más necesitados, el que enjuaga los quejíos solitarios, que se repiten desde antaño por estos campos de dios.


Son nubes que traen detrás al viento, nubes pastosas de corazón gris amargo, que se van amontonando hasta cerrar por completo el cielo, nubes de tarde de viernes santo en triana, que salen de la nada y terminan por llenar el espacio de miles de gotas. "¿Quieres tú prueba más grande de que hoy dios está muerto?", me comenta una amiga.




Pero no siempre llueve, entonces, como hoy, sale a la calle el cachorro, que se pasea entre la vida y la muerte, como quien sale a buscar el algodón tirado por el suelo, con la mirada parada en el cielo, buscando explicaciones o comprobando si viene alguna nube, quien sabe.




Y suenan trompetas y tambores porque es un día de fiesta grande en la calle, de orgullo de barrio, de niños correteando y sonrisas serenas, porque aquellos que inventan manjares tras remojar el pan duro con vino y miel, ven que sus hijos también los comen.



Y por allí, como convidadas, las acacias del Japón, algunas sin hojas todavía, otras han comenzado a vestirse de verde y las más adelantadas presentan ya un denso follaje. Cada árbol tiene su propio ciclo interno, un tiempo íntimo que suele estar marcado por hormonas, un comportamiento que responde sin más a la llamada de las sustancias que van circulando por su interior.Todo lo vivo presenta un secreto: la poesía es pura química.










2 comentarios:

  1. Si, al final las temidas nubes del viernes santos permitieron que nuestro Barrio viviera su día grande. Creo que el viernes santos es nuestro día. Es el día del reencuentro con aquellos que fueron expulsados del Barrio, con los que ya no están entre nosotros y también con los que disfutamos día a día sus calles. Todo empieza por la mañana cuando esperamos el regreso al Barrio de la Esperanza. Los padres explicamos a nuestros hijos cómo eran aquellos corrales de vecino a la misma vez que recordamos como nuestros padres nos llevaban cogidos de la mano, con nuestras mejores galas puestas. Cuando llega la noche del viernes los trianeros seguimos viendo el mismo milagro año tras año: El Cachorro regresa y estará con nosotros todo el año y sabemos que no va a morir nunca y así se lo volvemos a explicar a nuestros hijos. Esta es nuestra pasión y nuestra emoción, pura química que tú y yo sabemos que es debido al azahar de nuestros naranjos amargos... bueno y un poco también al pan duro con vino y miel.

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  2. Y cuando ya el dia muere, la calle Castilla, como un reguero de hormigas de luces blancas acompaña a ese que decía tu amiga "quieres mas pruebas de que Dios existe". Horas antes, por una calle del centro que se llama como Él, otro reguero de hormigas lo acompañaron hasta San Lorenzo, llegando cuando los vencejos despertaban para anunciar que ya llegaba "el que todo lo puede".

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